domingo, 25 de febrero de 2018

El latifundio y yo

Si alguien pensaba que Floppy (para los despistados: yo), había dejado de lado su faceta huerteril balconera, que sepa que, más que dar en el clavo, ha dado en el calvo (para los envidiosos: que no soy yo).

Que sí, que sí, que todos los indicios apuntaban a eso, que si éste ya no escribe en el blog, que si no aparece por los foros, que si se lo habrá comido un cocodrilo... pues no.

Que no, que no, que no se me ha comido un cocodrilo. Lo demás, pues tenéis razón, qué queréis que os diga.

Ya sabéis, y si no lo sabéis os lo digo yo (que sí lo sabréis, repito), que la vida os lleva de aquí para allá, a veces somos nosotros los que queremos ir vaya usted a saber dónde, y un largo etcétera que no pienso detallar, pues es muy cansado y se me borran las letras del teclado de tanto usarlas (plástico del barato, qué le vamos a hacer).

El caso, es que no he dejado, ni por un momento, de cultivar en mi huerto balconero, estilo latifundio minimalista (es decir, pequeño, pero a lo grande).

Lo que he dejado durante una buena temporada, es de escribir en el blog y de codearme con el resto de agricultores balconeros, por todo lo dicho anteriormente, que se puede resumir en: porque no tenía ganas.

Ahora mismo, o hace 5 minutos, que para el caso es lo mismo (por eso lo de "ahora mismo"), tengo lo siguiente en los diferentes recipientes de cultivo (macetas, para más señas) que conforman mis dominios hortelanos (aunque la escritura de compra-venta diga que es únicamente el 50%):
  • 2 olivos (o, si lo preferís, 2 acebuches domésticos).
  • 1 acebuche (o, si lo preferís, 1 olivo salvaje).
  • 3 higueras (una es más bien un proyecto, veremos cómo le va).
  • 1 mandarino (casi en el otro barrio, y no me refiero a la cercanía entre viviendas).
  • 2 proyectos de tomatera Raf.
  • 2 proyectos de tomatera "no me acuerdo del nombre".
  • 4 proyectos de pimientos (de los que igual pican, igual no, marca blanca).
Excluyo de la lista los cultivos no comestibles, y no penséis mal: no fumo. Me refiero a geranios y similares.


Como podéis observar en la foto, nuestra tortuga Drac cuida de que nadie se acerque al huerto (más que nada, porque no cabe ni un alfiler).

También tengo un mini compostador del baratillo, lleno de cochinaditas vegetales haciendo de las suyas.

Os iré informando de los progresos de esta temporada, que se aventura apoteósica, como todas las temporadas de L'Hort de Miquel, también llamado El Huerto de Floppy, o "como arrepretujar un montón de macetas en dos balcones pequeños, tirando a esmirriados, y que aún así se puedan poner los pies en el suelo para tender la ropa".

Recuerdos a la familia.



sábado, 23 de enero de 2016

Tomates recalentaos verdes fritos

Que no, que lo del recalentamiento global no es cierto.

Que ha hecho un pelín más de calor este otoño, vale... pero no es para tanto, ni se debe a las cochinaditas que le hacemos al medio ambiente, ¡qué va!

Eso sólo son patrañas que se inventa la gente, para no tener que estar hablando de fútbol a todas horas. Como no hay más temas de que hablar... es tan bonito todo, nos lo pasamos tan bien, y hay tan pocos problemas reales... ¡qué digo pocos; no hay!

Es lo que hace la felicidad: buscar problemas, donde no los hay. Si lo sabré yo, que me paso el día buscando.

Eso sí, voy a tirar todos mis libros de horticultura a la basura. Quemarlos, no, porque igual entonces sí sube un poquito más la temperatura, pero tirarlos, ¡vaya si los voy a tirar!

Porque, vamos a ver... ¿en alguno de mis libros se dice que puedo cultivar tomates en otoño / invierno? ¿No? ¡Pues a la basura con ellos, que no son más que un montón de borrones de tinta!

La de dinero que me he gastado en ellos, para nada.

Porque, claro, si la culpa la tuviera el hecho de que las altas temperaturas de otoño / invierno han hecho nacer, crecer, florecer y dar fruto a destiempo a mis tomateras en el balcón, me tendría que tragar mis palabras, una a una. Y una cena que me ahorro.

Pero... ¡qué va; si todo eso son mentirolas de desfaenao!

Pues nada, que ya tengo más sitio en las estanterías, ¡ay que alegría más grande!



jueves, 2 de enero de 2014

El haba, esa gran desconocida

Vicia faba, ahí es nada. Así se llama esa gran desconocida, el haba.

Y ustedes se preguntarán, con razón, cómo es posible afirmar que el haba es una gran desconocida, cuando se sabe perfectamente cuál es su nombre.

Pues sepan ustedes, mis queridos resabidillos, que una cosa es saber el nombre de alguien, y otra muy distinta conocer a la persona.

Ya, ya sé que estamos hablando del haba, y no de una persona, pero en mi pueblo a más de le uno se le señala como faba, y todos tan contentos. Menos él, claro. Eso si se entera, pues siendo un faba, lo más probable es que no. Eso sí, es feliz. Como todos los fabas.

Pero no me quiero desviar del tema. Estábamos hablando del haba.

Sí, sí, así, en masculino. Normal, siendo faba, y teniendo vicia como su primer nombre...

Dice la Wikipedia, que es una planta trepadora herbácea, anual, de tallos semi-erectos que se enredan.

Dejando la erección aparte, no estoy en absoluto de acuerdo con dicha definición.

¿Trepadora? ¡Estos están fabas!

¡Estoy que me subo por las paredes! ¿Seré un faba yo también?

Pues oigan, señores de la Wikipedia, las mías no me trepan nada. Pero nada de nada, ¿eh?

Es más, son tan altas las jodías, que las tengo que entutorar con cañas y sujetarlas con cuerda.

Vamos, que trepar, lo que se dice trepar, para nada, oigan.

Si estuviéramos hablando de los fabas trepadores del trabajo, les contaría otra cosa, pero como estamos tratando de las herbáceras éstas, es lo que hay.

En fin, ahí les dejo unas fotografías de las viciosas éstas. Al fondo, el reflefloppy chú.

También sale en la foto la zarzamora. Mira que le gusta figurar.

De paso, también les pongo una fotografía de mi acebuche, junto a una palmera datilera.

Por cierto, he decidido dotar a mi macetohuerto, de la mejor tecnología en cuanto a maquinaria de control metereológico.

Estos días de frios vientos, es necesario hacer un seguimiento exhaustivo de los niveles alcanzados de temperatura balconera, para posteriormente analizar dichos datos mediante complicados algoritmos, y extraer las conclusiones pertinentes que orienten en la futura explotación del huerto éste.

En definitiva, he comprado un termómetro de los chinos, y ya veré cómo me las apaño para hacer un gráfico en Excel.

La diferencia siempre la marca el intelecto, como puede apreciarse, y eso se refleja invariablemente en los excelentes resultados que siempre produce mi latifundio macetohuerteril.

Por cierto, el haba desconocida es la segunda por la izquierda. Las demás me suenan de vista.








miércoles, 18 de septiembre de 2013

Espárragos revival.

Pues sí, querid@s lector@s, sí.

De vez en cuando, nos bombardean con aquello de los revivals: que si la música de los 80, el cuéntame, el NO-DO, Roberto Alcázar y Pedrín, el Spectrum, la factura del seguro... esas cosas que nos recuerdan que el pasado fue mejor, cuando lo que ocurre es que no nos acordamos de "lo menos mejor".

Porque, no nos engañemos, todo período de nuestra vida, toda época pasada, tuvo sus luces y sus sombras, sobre todo cuando no pagábamos la factura de la luz, e incluso pagándola.

A veces, sólo recordamos lo que nos conviene, como le sucede a mi parienta, que se acuerda sólo de lo que quiere y cuando quiere.

La psicología tiene esas cosas. Y lo digo yo, autoridad autorizada en la materia, dado que tengo amplia experiencia en el tema, sobre todo como paciente. Y de pago, ahí es na. Menudo BMW lleva el colega.

Es como el jefe (o la jefa), cuando te dice: "Jacinto, hoy ha llegado usted 4 minutos, 32 segundos tarde", y no se acuerda de que llevas toda la semana yéndote a las 9 y pico, cuando la hora de salida oficial es a las 6 de la tarde. Al menos podría acordarse de mi nombre, pues no me llamo Jacinto.

Esto me recuerda el chiste aquél, del paciente que va a ver al médico y le dice:

- Oiga Don Genaro, estoy muy preocupado, pues últimamente pierdo mucho la memoria.
- ¿Desde cuándo? -dice Don Genaro.
- ¿Desde cuándo, qué? -contesta el paciente.

Y qué me dicen de los políticos, que sólo se acuerdan de las corruptelas, cuando hay que acusar al de enfrente.

Bueno, en realidad éstos si se acuerdan de todos los trapicheos, por eso acusan, pero poco, no les vaya a venir algo de rebote, que todos tienen mucho que callar.

¿Y a qué viene todo este rollo de la memoria? Pues por los revivals, no se me despisten, oigan.

Veréis, os cuento.

Resulta que tengo espárragos en un par de jardineras, y desde la primavera, he ido cosechando unos cuantos, pero sin pasarse, pues todavía son jóvenes, sobre todo los de una de ellas, pues los sembré hace menos tiempo.

El caso es que en verano he dejado de cosecharlos, para que los tallos se desarrollen, y las plantas se hagan fuertes, fortaleciéndose así también la raiz (o garra, como se le suele conocer en el mundo esparraguil).

De esta forma, la próxima temporada, tendremos más espárragos y de mejor calidad, pues la planta estará en óptimas condiciones.

Lo que tenía previsto, era dejar dichos tallos hasta que se secaran de forma natural, a principios del invierno, para después cortarlos y dejar las esparragueras tranquilitas, hasta su posterior revival en primavera.

Lo normal, vamos.

Pero la semana pasada, vino el cambio de planes.

Resulta, que en una de las plantas de pepino, tengo una colonia gigantesca de cochinilla algodonosa, y observé con mis bonitos ojos, varias cochinas profilácticas de esas, en varios tallos de esparraguera.

Ni corto ni perezoso, aunque a veces se ponga en duda lo segundo, cogí las tijeras de podar, con las que también me retoco el bigote, y corté todos los tallos de esparraguera, en previsión de una explosión demográfica de guarrillas blanquecinas.

Muerto el perro, se acabó la rabia, dicen.

El caso es que, como era de esperar (porque yo me lo esperaba, que soy muy pillín), a los pocos días las esparragueras comenzaron a brotar de nuevo.

El revival, vamos.

Y he aquí, que esta misma tarde, he contado 21 espárragos que andan diciéndome: "córtame y cómeme en tortilla", pues les va la marcha.

Y qué se le va a hacer... uno es débil... y están tan güenos...

Os dejo unas fotos del acontecimiento, así como otras del estado actual del riego automático, por si a alguien le sirve de inspiración.

Por cierto, las jardineras miden 21 por 54 centímetros, nada del otro mundo.

Hasta la próxima.





martes, 3 de septiembre de 2013

Marco, de los Apeninos a los Andes

Marco Rossi, es un niño italiano, trabajador, alegre y generoso, feliz... hasta que un día, se entera de que su mami se ha ido a Argentina a buscar el sustento familiar.

Un día, Marco decide ir a buscar a su madre, comenzando así un sinfín de aventuras, televisadas convenientemente, para desespero de toda una generación de críos, que, como yo, han quedado "marcados" de por vida.

Uno de los personajes que aparecen en la historia es Peppino, papá de Fiorina (amiga de Marco), Concetta y Julietta. Es titiritero de profesión.

¿Y a qué viene todo esto, se preguntarán ustedes?

Pues la verdad, es lo único que se me ha ocurrido, para presentarles a mi Peppino particular, instalado en la selva de mi balcón andino. Anda que no.

Lo que está detrás de la cucurbitácea es la perfección hecha mano. Que para algo es la mía. Y se nota, pues le da a la instantánea un porte y distinción sin igual. Bueno, da igual.

El verano se acaba, mis queridos lectores y lectoras, y con él, la ilusión perdida de unas vacaciones interminables, las chanclas rotas (nunca duran más de un par de semanas), esas simpáticas discusiones en el chiringuito ("pues yo quiero bravas", "no, que te sientan mal, y después no hay quién duerma por la noche"), la crema pegajosa y reluciente, las miradas de reojo en la playa tratando de avistar cuerpos 10 y el consabido dolor ocular, esas medusas vestidas con transparencias cual sepia venida a menos, el pescaíto frito, la cervecita, el Almax...

Hay que volver a la oficina, exultante, moreno, renovado, en forma... durante media hora al menos, pues toda nuestra fuerza, vigor y positivismo, se nos vienen abajo ante el menor albarán mal "rellenao".

¡Cómo echaremos de menos la piscina! ¡Ayyyyy, esa paellita de conejo! ¡Ayyyyy, la sangría...! ¡Qué chipirones, por Dios, qué chipirones! ¡Los pantalones cortos! ¡Las sandalias! ¡Esa camiseta de Bob Esponja!

¡Esos paseítos por la arena, esquivando las colillas! ¡Esos tampones de 2ª mano, flotando a la deriva! ¡Esas duchas frías antes de meterse en la piscina! ¡La de piedras que había en la playa! ¡El viento llevándose de paseo la sombrilla! ¡La pasta que me ha costao alquilar el apartamento!

En fin, que en casa tampoco se está tan mal, siempre y cuando el resto de vecinos se haya ido de vacaciones. Perpétuas.

Hasta el pepino que viene.



jueves, 6 de junio de 2013

Reflexiones baratas

No os llevéis a engaño por el título. Son reflexiones baratas, porque las doy gratis.

Esto viene a cuento, de un comentario que he dejado en el foro de Infojardín:

"Si hubiese hecho caso a los libros, a intenné, al vecino, al forero mayor del reino, e incluso a mi popó, jamás hubiese puesto en marcha mi huerto balconero.

Lo he dicho muchas veces: mi balcón da al norte, no tiene apenas luz, y al ser un 4º piso, cuando hay viento se nota.

Según todos los expertos del mundo mundial y parte del provincial, en mi balcón no se puede cultivar prácticamente nada.

Menos mal que lejos de ser un experto, soy un ignorante, y me dije: pues voy a probar. Y probando sigo.

Mira qué frases tan bonitas me he encontrado por ahí:

"Fui capaz de hacerlo porque no sabía que no podía hacerse."

"Imposible solo es algo que todavia no ha sucedido."

Los límites vienen solos, no hace falta ir poniéndoselos uno, antes de empezar a intentarlo.

Lo que da de sí un macetohuerto.

Gracias a tí.

Saludos."


Si alguien nos dice: ni lo intentes, eso es imposible, sólo perderás el tiempo... es hora de experimentar por una/o misma/o.

Anda que no.

Saludos.

jueves, 23 de mayo de 2013

Macetohuerto de verano, capítulo 652 bis.

Y aquí sigo, vivo y coleando, de lleno con los trabajos del macetohuerto de verano, aunque este año se reducen a tomateras, tomateras y más tomateras.

Las variedades seleccionadas con esmero y alevosía para este año, son: Marmande (por aquello de hacer amistad en la Unión Europea - nótese un pelín de alevosía en lo de "Unión"), Raf (porque mi cara se va pareciendo a los tomates que da, una cuestión sentimental), Jaquemato (phssss... es un alias, no puedo revelar su nombre verdadero, sin pasar antes por caja), y otra de la que no me acuerdo ahora mismo. Cosas que pasan.

El apio sigue en la maceta, más alto que quien esto suscribe, con flores blancas a porrillo, y aromatizando el balcón, algo que siempre se agradece, pues disimula el pestazo que echan algunos vecinos, cuando fuman en sus respectivos balcones y terrazas comunes de uso privativo (toma ya: pagamos todos, disfrutan unos pocos). Esto último, si a alguien le pica, le digo lo que el filósofo de bar aquél: que se arrasque.

En fin, que ilusión por el macetohuerto tengo mucha, lo que no tengo es tiempo, porque entre el trabajo (y que dure, aunque menos intensamente, pofavó), la familia, los estudios (hay que hacer trabajar a las neuronas también, y necesitamos más selebros, que los pocos que hay se nos van p'Australia), y la preparación del discurso para el Premio Nobel, no me queda mucho. Lo justo para echar una meadita de vez en cuando, nada más.

Siento ser algo grosero, pero es que tampoco tengo tiempo para dejar de serlo.

Es que esta vida que nos ha tocado vivir, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Las buenas, las joías se esconden, y por todos los rincones salen las malas. No, no estoy pesimista, soy pesimista, que no es lo mismo. Pero un pesimista realista, ¿eh?

El estrés... ¡Ay, el estrés, que puñetero es!

Pero nada, oyes, hay que levantar a España.

Eso sí, lo que yo me pregunto es: ¿Y para qué querrán levantarla? ¿Para volver a tirarla después?

En fin, cosas mías... ¿no?